<< Esclavo de la utópica idea esmerada en que la oportunidad sea como el corazón, todos debemos nacer con una >>
viernes, 7 de septiembre de 2012
Boludeando con Guille
Querido Guille, che:
Te escribo desde aqui, mi nuevo alojamiento. No va a hacer más de una semana que me despedi de ti en el ascensor de Sandeman. Estabas con tu remera púrpura de todas las mañanas, tu barba de dos días, mezclando el acento porteño con la tersa y entrecortada entonación londinense.
La verdad es que no se como empezar . Como abordar esta cuestión tan repleta de matices. Y sí. Te quiero hablar de los marcos valorativos que encuadras en cada una de las personas a quien conoces por primera vez dependiendo de donde es o de donde haya nacido.Ya no lo hagas más Guille. Es por que eso le pasa a todo el mundo. De hecho, creo que con los años y con los golpes que abollan nuestra objetividad, ya a los cuarenta y tantos que tienes tú, añorada imparcialidad ,sólo trabaja cuando hay que distinguir el blanco del negro.Pero creémos que podemos opinar de todo, según lo poco que sabemos de cada cosa.
Hoy Guille, me peleé con un francés. En el laburo. Nos agarramos a golpes a eso de las siete de la tarde, algo después de la hora del té. Quizas el estrés, el cansancio, la saturación o simplemente la condición humana que no se olvida de nuestra animalidad en algunos escenarios ; donde nuestro miedo a lo distinto , o nos hace correr, o riega de cortisol el cerebro y nos enfrentamos por el liderazgo de la manada.
Rechazo que engendra el temor, que no es la parte más decorada de la comodidad y confortabilidad de lo conocido. De la zona franca. Del área . Del territorio. Una rama más que sobresale y se nutre de la raíz de algo genéticamente: el deseo eloquecido de supervivencia, querido Guille.
La discusión fue una estupidez, y el orgullo hizo el resto. No es la manera más productiva de resolver las cuestiones, pero era una manera. Una de tantas. Yo no conseguí su respeto, pero si su miedo, y a veces eso basta.
Y por eso estamos aquí. Y estamos como estamos. Y el mundo está como está. Y parece ser que asi va a seguir, aunque vamos mejorando Guille. Ya no nos diferenciamos tanto. Y eso lo digo por que lo veo aqui Guille, en esta ciudad que es una jungla. O peleas o te mueres. Londres, Guille, es el principio y el fin del mundo al mismo tiempo.
Y pasa por eso. Por nuestra noción del concepto de lo diferente. Nos sentimos cómodos en espacios donde podamos pertenecer a un grupo. Identificarnos con él y ser una pieza de su funcionamiento. Y comunicarnos.
Si no hay comunicación no hay socialización. Y eso es como no comer o no dormir. Nos quedamos incompletos Guille. Por eso siempre al principio hay un rechazo y miedo a lo diferente. No hay Polaco bueno ni Polaco malo. Ni francés bueno ni malo. Ni Bangladés que haga mal el curri, aunque no sea indio se lo comerá. Son simplemente puntos de vista que tienen lugar en distintas perspectivas. Por que lo que tu pienses de aquel que manifesto su miedo en un insulto, hacia ti, pasó y dejo su huella en tu sentimiento de grupo, no te enfades con el mundo, Guille.Por favor.
Y te lo digo, por que la pelea purifica. La pelea jerarquiza. Optimiza las posiciones y hace más especie nuestra especie a veces. Pero avanza en el conflicto, es decir, sigue su curso. Asimila de los golpes, no sólo el movimiento, si no también las direcciones y sentidos. Ya el siguiente no será un golpe, si no una forma de moverse, que sabrás anticipar, con comprensión y empatía.Luego relájate y no te tomes todo a pecho. Deja pasar. Por que aprendiste Guille, por que animalizarse también es ser humano. Y ser Polaco es ser humano. Y vos sos un polaco del conosur y de la reconchasumadre.
Déjate conocer Guille. No somos tan distintos.
Te escribo aquí junto al francés, después de los golpes, tomándonos el té.
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