una de las maravillosas
cualidades que distinguen al ser humano de otras especies, es el optimismo. Más
allá, de la clásica y tradicional frase de aliento << hay que ser optimista
>> procurare no desalinearme de mis intenciones y exponer racionalmente
las posturas de lo que considero publicable.
Acudiendo a la entrevista, a Tali Sharot, nos llegamos a acercar un poco
más a la realidad distorsionada, llamada Optimismo.
Pero, ¿Qué es el optimismo en sí? . Llegando a una definición sencilla, se puede hacer un
paralelismo con las famosas ilusiones ópticas. Es decir, es una
modalidad de la realidad, no certera,
que construimos de tal modo, que resulta de ella, un escenario más
favorable a la hora de depositar allí, nuestras expectativas. Vemos algo no real,
pero que nos gustaría que fuera así.
Creer, y sentir como cierta, una
realidad más favorable, reduce notoriamente nuestros niveles de estrés, de
tención, y abordamos la situación con mayor calma. Prolonga los años de vida y mejora nuestra salud. Está
demostrado: los optimistas viven más.
Seguidamente se expone el
concepto de “sesgo optimista”, el cual
nos ayuda a protegernos del exceso de confianza. Como sabemos, nuestro
cerebro está creado para detectar imperfecciones, y nos sirve para sobrevivir. Esto
quiere decir, que funciona principalmente para recordarnos que el mundo
exterior es un lugar peligroso y
arriesgado. Haciendo un balance entre
nuestro optimismo y la prevención neuronal que emite nuestro sistema nervioso y desicional ( no hagas
esto, ten cuidado de esto otro, no te arriesgues, no le digas que te gusta )
debemos identificar cual es nuestro sesgo
optimista.
Es decir, conocer la sobre
ponderación de lo que pensamos que somos capaces de realizar. Así como el Gobierno Británico, presupuesto la cantidad de dinero de las olimpiadas en este
último año 2012, en función de su sesgo
optimista. No fue realista, si no que aporto un fondo mayor, previniéndose
de lo optimistas que podrían llegar a ser. Y acertó. Llegados a ese equilibrio, conociendo cual es
nuestro sesgo optimista , podemos
empezar a establecer metas y objetivos
dentro de unos parámetros que nos permitan ajustarnos a la realidad,
pero creer que aquello es completamente posible y que seremos capaces de
realizarlo.
Sin el optimismo, simplemente nos
quedaríamos refugiados debajo de nuestras sábanas. No saldríamos a explorar el
mundo exterior ni arriesgar nuestra integridad, a favor de la preservación y la
supervivencia.
Pero sin el optimismo, tampoco, hubiésemos creído
que seríamos capaces de llegar a la luna, de
crear máquinas que puedan volar,
evitar las distancias, curar enfermedades. Imaginar o enamorarse.
Malrc
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