<< Después, cuando el viaje
hubo terminado y él escribió su informe y partió del Congo y sus veinte años
pasados en el África fueron sólo su memoria, Roger Casement se dijo muchas
veces que si había una sola palabra que fuera raíz de todas las cosas horribles
que ocurrían aquí, esa palabra sería codicia. Codicia de ese oro negro
que, para desgracia de su gente, albergaba en abundancia los bosques
congoleses. Esa riqueza era la maldición que había caído sobre esos desdichados
y, de seguir así las cosas, los desaparecería de la faz de la Tierra. A esa
conclusión llegó en esos tres meses y diez días: si el caucho no se agotaba
antes, serían los congoleses los que se agotarían con ese sistema que los
estaba aniquilando por cientos y millares.
En aquellas semanas, a partir de
su ingreso en las aguas del lago Matumba, los recuerdos se mezclarían como
naipes barajados. Si no hubiera llevado en sus cuadernos un registro tan
minucioso de fechas, lugares, testimonios y observaciones en su memoria, todo
aquello andaría revuelto y trastocado. Cerraba los ojos, y en un torbellino
vertiginoso aparecían (…) todas esas imágenes >> (Vargas LLosa, 2010)
En estos últimos días, antes de
los próximos primeros, lo más ligado que he podido estar de la prensa escrita, ha empujado con sigilo a mis
intenciones, para proponer una realidad, que alejará más, la voluntad de cada
uno de lo que es informarse.
Vociferar, actuar, llamar la
atención, gritar, bromear, clamar, anunciar, en
definitiva, interpretar, son algunos transitivos que encajen en la labor
que desempeña el Grupo de Teatro de la Universidad Pública de Navarra durante la semana de las fiestas de San
Fermín. Y el planteamiento, tras ver la reacción de los transeúntes, es de un
total rechazo y no adquisición, frente notificaciones negativas. Subidas de
impuestos, desempleo, reformas restrictivas y reductoras. Eso como noticia no vende
Por tal motivo, sito en la
primera parte de esta entrada a un fragmento de la obra “El sueño del Celta” ,
de Mario Vargas Llosa ( Premio Nobel de Literatura) , para intentar explicar
cómo, a pesar de en una primera instancia, la denuncia de lo acontece y ocurre,
por medio de la prensa y la divulgación , puede ver en su finalidad la del cese
de todo aquello que sea indeseable y ha de saberse, resulte algo reversivo.
¿Pero ; que ocurre con un exceso de mal información? ¿Con una
convivencia diaria de desgracias y malformaciones sociales? ¿Con una
rutinaria y continua imagen en la retina
de que la desigualdad es parte de
nuestro menú? ¿Con un variopinto abanico de reportajes de investigación que
reflejan con crudeza y en alta definición, las atrocidades que aún ocurren en
el continente africano? Miseria, pobreza, hambre, inanición, matanzas, , en una
de las regiones más ricas del planeta. Suena otra vez la misma canción.
Yo le he dado un nombre, le denomino El
efecto Portal. Imagínese usted, querido lector que tras un
reconfortante desayuno, sale usted de su vivienda rumbo a su lugar de trabajo, y
en su portal, se encuentra a un anciano, desvalido, con una navaja clavada en
el pecho, desangrándose y pidiéndole, suplicándole que por lo que más quiera le
preste auxilio. Usted, como el 99% de la humanidad, no tardará en hacerlo y
prestarle todas las atenciones que
sienta ha de necesitar aquel pobre hombre y su pobre vida , por la propia
naturaleza del ser humano de confrontar una realidad ajena hostil, y sentirla como
la suya.
Sin embargo, al día siguiente, a la misma hora, se encuentra a otro hombre en las mismas condiciones, y al tercer día a otro, desangrándose y suplicándole auxilio. Y así a diario. Se crea de esa manera El efecto Portal. Usted, al salir de su portal, jamás se ha fijado en todos y cada uno de los detalles de su portal, dado que es algo que sabe que verá siempre, y la propia mente lo descarta como algo irrelevante, que albergar en la memoria y realizar juicios que sincronicen decisiones que atañan. << Siempre está ahí, es el mismo Portal todos los días >>
Sin embargo, al día siguiente, a la misma hora, se encuentra a otro hombre en las mismas condiciones, y al tercer día a otro, desangrándose y suplicándole auxilio. Y así a diario. Se crea de esa manera El efecto Portal. Usted, al salir de su portal, jamás se ha fijado en todos y cada uno de los detalles de su portal, dado que es algo que sabe que verá siempre, y la propia mente lo descarta como algo irrelevante, que albergar en la memoria y realizar juicios que sincronicen decisiones que atañan. << Siempre está ahí, es el mismo Portal todos los días >>
La realidad acerca del
funcionamiento de la prensa, tanto escrita, visual, auditiva, virtual, oral,
explícita, implícita, además de estar cada vez más sesgada a intereses
individuales y tener a la imparcialidad como un sueño que alguna vez existió
como leyenda, es contra producente a su intención, termina por enfermarse de una sin razón periodística, como les señalé ut supra. Lo novedoso es efímero y
rentable. Y que África fue una colonia devastada humanamente por Metrópolis
europeas, dejó de ser novedad desde iniciativas, como el informe de Roger
Casament en 1903, cuando decidió contarle al occidente civilizado, el aniquilamiento
de Bélgica y la Foreign Office, con el Congo, en el comercio del Caucho hasta hoy. Y que ahora ese mismo Congo se convierta en el vertedero de
las impresoras de IBM no nos va a quitar
el sueño. Créame, usted hoy dormirá plácidamente.
Cómo, cualquier otra herramienta,
la información sólo será útil si le
damos el uso que permita aportarnos un beneficio creador. Una reflexión móvil y
material. Y no simplemente termine convirtiéndose en algo normal e irresoluble,
como pasar la página del los millones de
africanos que se mueren de hambre en el Sáhara, para leer con tranquilidad en la sección del corazón que alguna puta televisiva ha sido preñada en
una infidelidad.
Hoy fíjese y mire, aunque sea a
su Portal, con otros ojos. Yo se lo agradeceré.
Malrc
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